GUIA DE MANEJO DE PACIENTES POR: trauma adominal

GRANDE
  
 
La incidencia del trauma abdominal se ha visto aumentada en las Ășltimas dĂ©cadas como consecuencia de los accidentes vehiculares y de la violencia que azota a nuestro paĂ­s y a otras zonas del orbe. 

    La incidencia de lesiones de los Ăłrganos sĂłlidos y de las vĂ­sceras huecas del abdomen constituye un          porcentaje significativo de la mortalidad y la morbilidad por accidentes y actos de terrorismo y violencia.
 

El manejo del trauma abdominal ha cambiado en forma importante desde los años 1990,principalmente por el advenimiento de nuevos mĂ©todos diagnĂłsticos y de conductas no operatorias. El manejo no operatorio de lesiones del bazo y del hĂ­gado es de creciente favoritismo y se ha convertido en el estĂĄndar universalmente aceptado. 

El trauma multisistémico sigue siendo una contraindicación relativa para este tipo de manejo, por la posibilidad de lesiones ocultas o desapercibidas. Sin embargo, estudios recientes demuestran buenos re-sultados con el manejo no operatorio de lesiones de mås de un órgano sólido intraabdominal, y también en pacientes de edad avanzada (Sartorelli et al 2000).
 

En el curso del Ășltimo decenio se ha consolidado el concepto del “control de daño”, el procedimiento que se emplea en pacientes que se encuentran en condiciones de desangramiento, con el cuadro de hipotermia, acidosis y coagulopatĂ­a (la “trĂ­ada de la muerte”): laparotomĂ­a abreviada y empaquetamiento abdominal combinado resucitaciĂłn fisiolĂłgica, con  control de las lesiones viscerales en una segunda operaciĂłn diferida.
 

En la evaluaciĂłn de un paciente con trauma abdominal se deben considerar las regiones anatĂłmicas, por cuanto cada una de ellas exhibe caracterĂ­sticas propias que se traducen en diferencias en cuanto al riesgo de lesiĂłn de los Ăłrganos y vĂ­sceras que contienen.
 

El abdomen se divide en tres compartimientos o regiones anatĂłmicas principales:

1. La cavidad peritoneal, la cual se subdivide en:


a) abdomen superior, que es la regiĂłn ubicada por debajo del diafragma y la reja costal, donde se ubican el hĂ­gado,el estĂłmago, el bazo, el diafragma y el colon transverso.
b) abdomen inferior, donde se ubican el intestino delgado y el resto del colon intraabdominal.


2. El espacio retroperitoneal, donde estån ubicados la aorta, la vena cava inferior, el påncreas, los riñones y sus uréteres, el duodeno y algunas porciones del colon.


3. La pelvis, donde se albergan el recto, la vejiga, la prĂłstata, los Ăłrganos genitales femeninos y los vasos ilĂ­acos.


El trauma abdominal puede ser abierto (o penetrante) o trauma cerrado.


El trauma penetrante es causado generalmente por armas blancas, por armas de fuego o por esquirlas de granadas o bombas explosivas. Su diagnĂłstico es obvio o relativamente fĂĄcil.


Toda herida penetrante del abdomen debe hacer sospechar perforaciĂłn de vĂ­scera hueca y debe ser manejada como tal. Las complicaciones de las heridas penetrantes, especialmente la infecciĂłn, se relacionan tanto con el tipo de arma causante como con el Ăłrgano afectado.


Los Ăłrganos sĂłlidos, como el hĂ­gado y el bazo, dan lugar a serias hemorragias, en tanto que las heridas de las vĂ­sceras huecas dan lugar a la extravasaciĂłn de su contenido a la cavidad peritoneal y consecuente peritonitis. 

Las heridas penetrantes del tĂłrax por debajo del 4°espacio intercostal, asĂ­ como el trauma cerrado sobre la porciĂłn inferior de la reja costal, deben ser manejadas como trauma abdominal, por cuanto se refieren al compartimiento superior del abdomen, donde se hallan ubicados el hĂ­gado, el estĂłmago, el diafragma y el bazo, que son las estructuras mĂĄs comĂșnmente afectadas.
 

Las fracturas de la 9a, 10ÂȘ y 11ÂȘ costillas izquierdas frecuentemente se asocian con trauma cerrado del bazo. Igual ocurre en el lado derecho, donde las fracturas costales frecuentemente se asocian con lesiones del hĂ­gado.

La incidencia de lesiones esplénicas y hepåticas en casos de fracturas costales oscila alrededor del 11%.
 

Un porcentaje significante de las lesiones graves cerradas del bazo y del hígado sangran en forma masiva y pueden llevar råpidamente al shock hipovolémico y a la muerte por desangramiento.
 

Las heridas sobre el abdomen inferior que afectan la aorta, la vena cava inferior y los vasos ilĂ­acos son causa de hemorragia grave.
 

Las lesiones de la pelvis afectan el recto, el intestino delgado, el colon, la vejiga, los uréteres, y los órganos genitales internos femeninos y masculinos.
 

ComĂșnmente se encuentran heridas y lesiones combinadas de las diferentes regiones del abdomen, por lo cual D.D. Trunkey ha planteado que el torso debe ser considerado como una unidad, como un cilindro con una capa muscular externa que protege los Ăłrganos y vĂ­sceras en su interior.
 

EL TRAUMA CERRADO
 

Los accidentes de automóvil, bicicletas y motocicletas son causa frecuente de trauma cerrado. En nuestro medio, desafortunadamente son también frecuentes las caídas de obreros de la construcción de edificios.
 

El trauma cerrado del abdomen puede pasar  desapercibido, especialmente cuando el paciente ha sufrido otro traumatismo severo, por ejemplo en las extremidades o en el crĂĄneo.
 

Fracturas del påncreas, un órgano profundo ubicado en el espacio retroperitoneal, y las lesiones del duodeno, también ubicado en el espacio retroperitoneal, tienden a permanecer ocultas, aun en los pacientes en quienes se realiza un lavado peritoneal, lo cual puede tener resultados fatales.
 

La lesiĂłn de los Ăłrganos y vĂ­sceras del abdomen resulta del impacto directo y de las fuerzas compresivas, y la magnitud de estas fuerzas estĂĄ en relaciĂłn directa con la masa de los objetos involucrados, su aceleraciĂłn y desaceleraciĂłn y su direcciĂłn relativa en el momento del impacto.

En los accidentes automovilísticos, el trauma cerrado se produce también por efecto del cinturón de seguridad.
 

El trauma cerrado es frecuente como resultado de explosiones. Los Ăłrganos y vĂ­sceras que contiene gas son particularmente propensos a ser afectados: pulmĂłn e intestino.
 

EVALUACIÓN Y MANEJO INICIAL
 

Como lo afirma el Manual ATLS del American College of Surgeons (ACS 1997), “la meta del mĂ©dico es rĂĄpidamente determinar si existe una lesiĂłn abdominal y si Ă©sta es o no la causa de la hipotensiĂłn. En pacientes hemodinĂĄmicamente estables sin signos de peritonitis, se puede realizar una evaluaciĂłn mĂĄs prolongada con el fin de determinar si estĂĄ presente una lesiĂłn especĂ­fica (trauma cerrado) o bien se desarrollan signos de peritonitis o de sangrado durante el perĂ­odo de observaciĂłn (trauma penetrante)”.
 

La evaluaciĂłn inicial tiene como objeto inmediato:

a) Determinar el estado de la vía aérea y mantener su permeabilidad total.
b) Establecer si hay dificultad de la ventilaciĂłn y proceder a solucionarla.
c) Controlar la hemorragia y restablecer el volumen circulatorio para lograr estabilidad hemodinĂĄmica.


La evaluaciĂłn clĂ­nica incluye:


a) Una meticulosa historia clĂ­nica, la cual debe ser obtenida mediante el interrogatorio al paciente mismo o a partir del relato del personal que lo atendiĂł en primera instancia o que lo transportĂł, o de familiares y testigos. 


La historia debe incluir un infor- me sobre el mecanismo del trauma, el cuadro inicial, la respuesta a las medidas de atenciĂłn primaria y la evoluciĂłn cronolĂłgica de los signos y sĂ­ntomas.

b)Examen fĂ­sico sistĂ©mico general, con detalles de la inspecciĂłn para determinar la presencia de abrasiones y heridas por esquirlas, hematomas y contusiones, palpaciĂłn, percusiĂłn y auscultaciĂłn del abdomen. 


La palpaciĂłn abdominal es la maniobra mĂĄs informativa en casos de trauma abdominal; la ausencia de ruidos peristĂĄlticos puede indicar inflamaciĂłn peritoneal (peritonitis). 

El examen físico es difícil en el paciente que ha sufrido trauma cerrado, y sus resultados suelen ser equívocos, especialmente en aquellos pacientes con alteración del sensorio, bien sea por trauma craneoencefålico o por alcohol o el consumo de alucinantes; por ello, el médico debe esforzarse por realizarlo con måximo cuidado y atención. Es importante el examen del cuello y de la espalda para investigar lesiones de la columna. La exploración digital de una herida penetrante constituye un valioso método diagnóstico en heridas por arma blanca.

c) Examen rectal, a fin de determinar si hay sangrado indicativo de perforación intestinal, para establecer el tono del esfínter en casos de trauma raquimedular y de palpar la próstata, la cual puede estar “flotante” en pacientes que han sufrido ruptura de la uretra posterior.
 

d)Examen vaginal , que puede revelar sangrado por fracturas de la pelvis, y que es de particular valor en mujeres embarazadas con trauma abdominal o pélvico.
 

e)IntubaciĂłn nasogĂĄstrica, procedimiento que tiene el doble propĂłsito diagnĂłstico y terapĂ©utico. La apariencia y el examen del aspirado gĂĄstrico aportan informaciĂłn valiosa, y la descompresiĂłn del estĂłmago es conveniente para reducir el volumen gĂĄstrico y prevenir la aspiraciĂłn traqueobronquial. 

En casos de fracturas faciales graves o cuando se sospecha fractura de la base del cråneo, la sonda debe ser pasada por la boca para evitar su paso al cerebro a través de la låmina cribiforme.
 

f)Cateterismo vesical , procedimiento que permite establecer si hay hematuria y determinar la respuesta a la administraciĂłn de lĂ­quidos intravenosos durante el proceso de reanimaciĂłn, asĂ­ como medir la diuresis horaria como valioso signo del estado de la volemia y la perfusiĂłn renal. Pero antes de realizar el cateterismo vesical se debe practicar el examen rectal y vaginal a fin de excluir lesiones de la uretra que puedan contraindicar el paso de una sonda.
 

g)ExĂĄmenes de laboratorio, que deben incluir hematocrito/hemoglobina, recuento de
leucocitos con fórmula diferencial, amilasemia, glicemia, creatinina sérica; uroanålisis;prueba de embarazo en mujeres en edad fértil (si no dan historia de ligadura de trompas); niveles de alcohol y/o drogas; gases sanguíneos. Ademås, se deben ordenar
pruebas para transfusiĂłn, y ordenar sangre en reserva.
 

h)Estudios imagenolĂłgicos, los cuales deben ser solicitados en forma racional, segĂșn el tipo de trauma y las condiciones individuales de cada paciente.


En casos de trauma mayor, Ă©stos generalmente incluyen:

1) RadiografĂ­a de la columna cervical.


2) RadiografĂ­a simple de tĂłrax.


3) RadiografĂ­a de pelvis.


4) La radiografĂ­a simple de abdomen, aunque de valor muy limitado en el trauma abdominal, puede revelar la presencia de neumoperitoneo indicativo de perforaciĂłn de una vĂ­scera hueca, asĂ­ como el borramiento de las lĂ­neas del psoas que se asocia con lesiones retroperitoneales y fracturas Ăłseas; se debe solicitar sĂłlo en casos seleccionados.
 

5) La tomografĂ­a axial computadorizada (TAC) del abdomen y de la pelvis, con medio de contraste tanto oral como intravenoso, constituye hoy el examen de mayor importancia en la evaluaciĂłn del trauma, por cuanto permite identificar lesiones especĂ­ficas de los diferentes Ăłrganos, de la regiĂłn retroperitoneal (especialmente del pĂĄncreas y los riñones),la presencia de sangre y lĂ­quido y de fracturas. La TAC helicoidal, cuya realizaciĂłn apenas unos minutos, aporta informaciĂłn mucho mĂĄs precisa que otros mĂ©todos que estuvieron muy en boga,como el lavado peritoneal, pero solo se encuentra disponible en los centros urbanos. 
Es el examen por excelencia para la definiciĂłn del manejo no operatorio.
 

6) La ultrasonografía (US) o ecografía del abdomen y la pelvis, en forma similar a la TAC, constituye un método no invasor que permite identificar lesiones específicas, particularmente del hígado y el bazo, y la presencia de hemorragia y derrames en la cavidad peritoneal. Su precisión y rendimiento diagnóstico tradicionalmente se han considerado inferiores a los de la TAC o del lavado peritoneal, y el procedimiento es muy operador-dependiente.
 

Pero hoy se reconoce que la US en pacientes seleccionados con trauma cerrado puede ser el Ășnico mĂ©todo diagnĂłstico necesario en casos de trauma hepĂĄtico o esplĂ©nico en quienes se demuestra ausencia o una mĂ­nima cantidad de lĂ­quido (sangre). El Focused Abdminal  Sonogram  for  Trauma examination (Rozycki & Shackford 1996) es de fĂĄcil ejecuciĂłn, portĂĄtil y de alta fidelidad para la detecciĂłn de hemoperitoneo en el paciente inestable o como tamizaje en el paciente estable que requiere mayor informaciĂłn sobre lesiones especĂ­ficas en los Ăłrganos mediante TAC (Ochsner et al 2000).
 

El principal valor de la US reside en ser de carĂĄcter no invasor y en que se puede realizar al lado de la cama del paciente.

i) El lavado peritoneal es un mĂ©todo de alto valor diagnĂłstico en el trauma cerrado, con un Ă­ndice de sensibilidad del 98% para sangrado peritoneal. Vino a llenar el vacĂ­o que dejan el examen fĂ­sico y la radiografĂ­a simple de abdomen. El lavado peritoneal es un verdadero estĂĄndar de manejo en las salas de urgencias de los hospitales de nivel intermedio, especialmente en lugares donde ni la TAC ni el ultrasonido se encuentran disponibles. Su Ășnica contraindicaciĂłnes la indicaciĂłn para cirugĂ­a.
 

La técnica para su realización aparece en una de las Guías de esta serie.
    

El lavado peritoneal se considera positivo cuando la aspiraciĂłn en el momento de insertar la cĂĄnula produce 10 mL o mĂĄs de sangre, cuando el conteo de hematĂ­es en el efluente es >100.000/mm3, cuando el conteo de leucocitos en el efluente es >500/mm3 o cuando se detectan bilis, bacterias o contenido alimenticio.
 

Sus indicaciones son:

‱ hallazgos equívocos en el examen abdominal;
‱ examen físico limitado y no confiable por el estado neurológico del paciente (trauma craneoencefálico, cervical, paraplejia, intoxicación coma);
‱ necesidad de estudios imagenológicos prolongados tales como angiografía;
‱ necesidad de anestesia para tratar lesiones extraabdominales;
‱ hipotensión o anemia de causa no establecida.
 

j)La laparoscopia diagnóstica y terapéutica es un procedimiento de aplicación selectiva en el manejo de pacientes seleccionados con trauma abdominal. Su utilidad måxima reside en la identificación de lesiones diafragmåticas en casos de trauma penetrante toracoabdominal, así como en casos de heridas tangenciales de la pared abdominal. Aunque muchos autores preconizan el uso de la laparoscopia en pacientes con trauma, ni las indicaciones ni la certeza diagnóstica aparecen todavía claras.
 

LAPAROTOMÍA O MANEJO NO OPERATORIO

La evaluaciĂłn general y especial del paciente con trauma abdominal estĂĄ orientada, una vez
completada la reanimaciĂłn, a determinar la necesidad de realizar laparotomĂ­a

MANEJO NO OPERATORIO


El manejo no quirĂșrgico de lesiones de los Ăłrganos sĂłlidos del abdomen, especĂ­ficamente del hĂ­gado y el bazo, en pacientes hemodinĂĄmicamente estables y que pueden ser estudiados por TAC es el mĂ©todo estĂĄndar y logra altas tasas de Ă©xito (Miller et al 2002); muchos consideran que la inestabilidad hemodinĂĄmica es la Ășnica contraindicaciĂłn (Sartorelli et al 2000).

Los criterios para manejo no operatorio incluyen:

‱ restauración de la estabilidad hemodinámica con mínima resucitación con líquidos parenterales;
‱ no hay lesión craneoencefálica;
‱ edad <55 años (pero este criterio no es absoluto, y se informan buenos resultados en pacientes mayores);
‱ ausencia de lesiones intraabdominales o extraabdominales significantes.
 

En los pacientes bajo tratamiento no operatorio se debe realizar una TAC de control alas 24 horas.
 

LAPAROTOMÍA POR TRAUMA

La laparotomía por trauma se realiza en condiciones fisiológicas en ocasiones críticas y cuando ya existe daño de órganos y vísceras. Tiene dos propósitos principales:

‱ el control del daño, que incluye el control de la hemorragia, la identificaciĂłn de las lesiones y el control de la contaminaciĂłn; en pacientes moribundos Ă©sta es la Ășnica etapa que puede realizarse.
‱ la reparación y reconstrucción de los órganos afectados.
 

Criterios para realizar laparotomĂ­a

No se justifica realizar laparotomĂ­a en todos los casos de heridas por arma blanca. Mediante estricta observaciĂłn y evaluaciĂłn periĂłdica, se encuentra que en alrededor de la tercera parte de estos pacientes se puede evitar la laparotomĂ­a.
 

El Manual del ATLS del American College of Surgeons define las siguientes indicaciones para laparotomĂ­a en adultos:
 

A. Indicaciones Basadas en la EvaluaciĂłn Abdominal.

1. Trauma cerrado de abdomen con lavado peritoneal o ultrasonido positivo.
2. Trauma cerrado de abdomen con hipotensiĂłn recurrente a pesar de una adecuada resucitaciĂłn.
3. Datos tempranos de peritonitis.
4. HipotensiĂłn con herida abdominal penetrante.
5. Sangrado de estĂłmago, recto o tracto genitourinario debido a trauma penerante.
6. Heridas por arma de fuego que involucran la cavidad peritoneal o estructuras retroperitoneales vasculares o viscerales.
7. EvisceraciĂłn.
 

B. Indicaciones Basadas en los Estudios RadiolĂłgicos

1. Aire libre, presencia de aire en retroperitoneo o ruptura del diafragma en trauma cerrado.
2. Cuando después de trauma cerrado o penetrante la TAC con medio de contraste demuestra ruptura del tracto gastrointestinal, lesión de vejiga intraabdominal, lesión del pedículo renal o bien lesión severa de parénquima visceral.
 

La mayorĂ­a de las heridas por arma de fuego requieren laparotomĂ­a inmediata. 

Ocasionalmente se observan heridas tangenciales que afectan la pared abdominal que no ingresan a la cavidad peritoneal. En estos casos se debe identificar el tracto subcutĂĄneo del paso del proyectil, tracto que es doloroso a la palpaciĂłn, y comprobar la situaciĂłn mediante exĂĄmenes apropiados.
 

La laparotomĂ­a debe estar precedida de la administraciĂłn de antibiĂłticos profilĂĄcticos. Se
recomienda la combinaciĂłn de clindamicina amikacina o de cefoxitina como agente Ășnico.
 

Como en todo caso de trauma, se debe considerar la inmunizaciĂłn antitetĂĄnica.
 

La incisiĂłn de la laparotomĂ­a de trauma debe ser amplia para lograr una buena exploraciĂłn de los cuatro cuadrantes del abdomen. Se recomienda la incisiĂłn vertical sobre la lĂ­nea alba,la cual se puede extender hacia abajo segĂșn necesidad. La primera prioridad al ingresar a la cavidad peritoneal es controlar el sangrado,identificando tan pronto como sea posible una posible herida vascular. En ocasiones es necesario recurrir al empaquetamiento hemostĂĄsico, para reoperaciĂłn en 24-72 horas segĂșn el tipo de herida y el Ăłrgano afectado.
 

En los casos de trauma cerrado es necesario explorar el pĂĄncreas y el duodeno.
 

Los hematomas retroperitoneales de la pelvis en los pacientes con fracturas pélvicas no deben ser abiertos, por el peligro de hemorragia incontrolable. Pero los hematomas retroperitoneales, especialmente los asociados con la vena cava inferior o con el riñón, sí deben ser abiertos, drenados y controlados.
 

LAPAROTOMÍA PARA CONTROL DE DAÑO.

describe e ilustra en detalle el procedimiento secuencial para control de daños, el cual ha logrado reducir la mortalidad en el trauma mayor, y se refiere a la tríada productora de la muerte:
 

Las tres causas mĂĄs comunes de muerte en trauma son el trauma craneoencefĂĄlico, la exanguinaciĂłn y la deficiencia metabĂłlica. Son las dos Ășltimas las que causan muerte en los
pacientes manejados con el mĂ©todo de control de daños. SegĂșn Ordóñez (2002), la mortalidad en las series informadas en la literatura sobre control de daños oscila entre 46% y
66%, tasas muy altas que corresponden a la condiciĂłn desesperada en que se encuentran
estos pacientes. “Definitivamente el Ă©xito de lograr la hemostasia durante la cirugĂ­a iniciales claramente la clave determinante de un buen resultado, pues la reoperaciĂłn se asocia con una tasa de recuperaciĂłn mĂĄs baja.”
 

Clåsicamente el control de daño se divide en tres etapas :
MUERTE
“Triada de la muerte”. 

Cirugía de control de daños describe así el enfoque sistemåtico en tres etapas para el control de daños en el trauma abdominal, cuya finalidad es impedir el desarrollo de la cascada mortal que culmina con la muerte por desangramiento:
 

Etapa I: QuirĂłfano
‱ Control de la hemorragia
‱ Control de la contaminación
‱ Empaquetamiento intraabdominal
‱ Cierre temporal
 

Etapa II: UCI
‱ Recalentamiento central.
‱ Corregir acidosis.
‱ Coagulopatía.
‱ Optimizar hemodinámica.
‱ Apoyo ventilatorio.
‱ Identificar lesiones.
 

Etapa III: QuirĂłfano
‱ Retiro del empaquetamiento
‱ Reparaciones definitivas
‱ Cierre de la pared abdominal 


La experiencia con la tríada clåsica del control de daño indica que las medidas que se tomen en los primeros momentos luego de ocurrido el trauma, en las fases prehospitalarias y en
la sala de urgencias tienen influencia benéfica sobre el pronóstico en estos pacientes severamente traumatizados.
 

 â€œSe ha logrado un triunfo en la cirugĂ­a del trauma con la tĂ©cnica del control de daños en los traumas devastadores al final del milenio y es requerido mĂĄs juicio quirĂșrgico para decidir con prontitud la aplicaciĂłn del control de daños antes que se
presente la tríada de la muerte, hipotermia, coagulopatía y acidosis”.
 

LECTURAS RECOMENDADAS

1. American College of Surgeons. ATLS, Programa Avanzado de Apoyo Vital en Trauma para Médicos. Sexta edición. Comité de Trauma del Colegio Americano de Cirujanos. Chicago, 1997.

2. Barba CA, Schwab CW, Vicencio-Tovar A, Birolini D. Trauma de bazo. En: Trauma. Editado por A RodrĂ­guez, R. Ferrada. Editores asociados: J Asensio, DV Feliciano, F HolguĂ­n. Sociedad Panamericana de Trauma. Impresora Feriva SA. Cali, 1997.
 

3. Carrillo EH, Platz E, Miller FB, et al. Non-operative management of blunt hepatic trauma. Br J Surg 1998; 85:461-468.
 

4. FernĂĄndez L, McKenney MG, McKenney KL, etal. Ultrasound in blunt trauma. J Trauma 1998;45:841-848.

5. Johnson JW, Gracias VH, Schwab CW, et al.Evolution in damage control for exanguinating penetrating abdominal injury. J Trauma 2001; 51:261-271.


6. Miller PR, Croce MA, Bee TK, et al. Associated injuries in blunt solid organ trauma: implications for missed injury in nonoperative management. J Trauma 2002; 53:238-244.


7. Moore EE. Staged laparotomy for the hypothermia, acidosis, and coagulopathy syndrome. Am J Surg 1996; 172:405-410.


8. Ochsner MG, Knudson MM, Pachter HL, et al. Significance of minimal or no intraperitoneal fluid visible on CT scan associated with blunt liver and splenic injuries: a multicenter anlysis. J Trauma 2000; 49:505-510.


9. Ordóñez CA. Control de daños. En: Cuidado Intensivo Trauma. Editado porCA Ordóñez, R Ferrada, R Buitrago. Distribuna Ltda. Bogotå, 2002.


10. Rotondo MF, Zonies DH. The damage control sequence and underlying logic. Surg Clin North Am 1997; 77:761-778.


11. Rozycki GS, Shackford SR. Ultrasound, what every surgeon should know. J Trauma 1996; 40:1-4.


12. Sartorelli KH, Frumiento C, Rogers FB, Osler TM. Nonoperative management of hepatic, splenic, and renal injuries in adults with multiple injuries. J Trauma 2000; 49:56-62.


13. Shweiki E, Klena J, Wood GC, Indeck M. Assessing the true risk of abdominal solid organ
injury in hospitalized rib fracture patients. J Trauma 2001; 50:684-688.


14. Tovar AV, Toro Yepes LE. Trauma abdominal. En: Trauma. Editado por A RodrĂ­guez y R. Ferrada. Editores asociados: J Asensio, DV Feliciano, F HolguĂ­n. Sociedad Panamericana de Trauma. Impresora Feriva SA. Colombia, 1997.


15. Trunkey DD. Torso trauma. Curr Prob Surg 1987; 24: 209
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